“Permítame hacerle una última súplica, señor presidente: millones de personas han depositado su confianza en usted. Y como usted le dijo ayer a la nación, ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso. En nombre de nuestro Dios, te pido que tengas misericordia de la gente de nuestro país que ahora está asustada. Hay niños homosexuales, lesbianas y transgénero en familias demócratas, republicanas e independientes, algunos de los cuales temen por sus vidas. Y las personas, las personas que recogen nuestras cosechas y limpian nuestros edificios de oficinas, que trabajan en granjas avícolas y plantas empacadoras de carne, que lavan los platos después de comer en restaurantes y trabajan en turnos nocturnos en hospitales, ellos… ellos pueden no ser ciudadanos o Tienen la documentación adecuada, pero la gran mayoría de los inmigrantes no son delincuentes. Le pido que tenga misericordia, señor Presidente, de aquellos en nuestras comunidades cuyos hijos temen que se les quiten a sus padres, y que ayude a quienes huyen de zonas de guerra y persecución en sus propias tierras a encontrar compasión y acogida aquí. Señor presidente”. Periodista: “Sr. Presidente, ¿qué…?