En una conferencia de 1818, sobre el tema de “Hamlet”, Samuel Taylor Coleridge dijo lo siguiente:
Las personas familiarizadas con los actos de crueldad se las arreglan para escapar de la conciencia relacionando algo ridículo con ellos e inventando términos grotescos y cierta fraseología técnica para disfrazar el horror de sus prácticas. De hecho, por paradójico que parezca, lo terrible por ley de la mente humana siempre roza el borde de lo ridículo.
Coleridge hablaba en particular de los excéntricos balbuceos del príncipe después de encontrarse con el fantasma de su padre: “palabras salvajes y vertiginosas”, en opinión de Horatio. Lejos de ser improbable, este torbellino salvaje es, como señala Coleridge con su astucia típicamente práctica, “una especie de bravuconería astuta, que roza los vuelos del delirio”. Nada menos de lo que deberíamos esperar, en definitiva, de alguien que acaba de pasar un susto incomprensible.
Si te apetece una nueva dosis de grotesco y más fraseología técnica de la que puedas imaginar con un joystick, te recomiendo «Grand Theft…